viernes, 28 de agosto de 2009

Un tinto que dejó caña (Venezuela 85 – Argentina 69).

Por Pablo Pizarro Zuñiga.


Hasta para el más osado aficionado a las apuestas, la victoria – holgada por lo demás – de Venezuela sobre Argentina (85 – 69) en la jornada inaugural del Premundial de Puerto Rico, hubiese sido más que una apuesta una aventura irracional. A pesar de ser solo la primera fecha, el revés sufrido el Miércoles deja en una situación muy comprometida a los pupilos de Sergio Hernández.

Y es que este deporte es así. En un día bueno de uno, y en un día malo del otro, hasta los resultados más impensados pueden aparecer y hacerlo de forma inapelable, como sucedió entre la vino tinto y la albiceleste –que a pesar de contar con los internacionales Luis Scola (Houston Rockets) y Pablo Prigioni (situación incierta, hoy cerca de arreglar con el Real Madrid), este último confirmó su presencia poco tiempo antes del inicio de la cita que otorga plazas para el Mundial de Turquía 2010–, nada tuvo que hacer ante una Venezuela que hace rato ya es una selección de segundo nivel en este lado del mundo.

Si bien el marcador puede parecer sorprendente, a la luz de las estadísticas del partido y del rendimiento que venía mostrando Argentina en la fase de amistosos preparatorios no lo es. Las 23 perdidas (que Venezuela hizo pagar con 20 tantos) y la escasa conversión de zona triple, van marcando una pauta en el partido, el equipo mostró una desesperación paulatina que a la vez reflejó ansias por recuperar la pelota y cometer muchas fallas defensivas, las cuales quedaron en evidencia en el sesenta por ciento de campo que lanzaron los granates luego de finalizados los 4 cuartos.

Por su parte Venezuela contó con un inspirado Oscar Torres –22 puntos y 6 tableros–, que a pesar de las canas, mostró que tiene recorrido por el básquetbol internacional y mucho por ofrecer dentro del rectángulo. Es así como un equipo ordenado, tanto en ataque como en defensa, hizo las cosas simples y se llevó una victoria cómoda y merecida.

Argentina, más allá de extrañar nombres, extraña el juego colectivo de los años de Magnano, con una ofensiva de media cancha organizada y fluida, cosa que Hernández no ha sido capaz de darle a su selección en estos años, puesto que el bronce de Beijing, vino de la mano de una ofensiva monótona de “pick and roll” y de jugadores de gran calidad individual que supieron doblegar a sus rivales en ambos costados de la cancha, y no de un trabajo táctico pulcro. Oveja, llegó la hora de utilizar la pizarra o ver Turquía por la tele.

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