viernes, 20 de noviembre de 2009

Dos trabajos.

Por Pablo Pizarro Zuñiga.

Pulsaciones infinitas, decisiones múltiples en espacios y tiempos mínimos, resolver problemas que parecen inabordables con una acción prácticamente intuitiva, natural, genial. Capacidad atlética sobresaliente, motricidad fina altamente desarrollada e incluso para aquellos devotos, ángeles tocados por un destello sobrehumano, que habitan el rectángulo haciendo vibrar a los millones que los siguen, que lejos de hacerlos sentir nerviosos o presionados, solamente los motivan a mostrar más y más talento, a crear respuestas impensadas que terminan siendo postales imborrables de la memoria colectiva, convirtiéndose en la alegría de aquel que no tiene mucho para sonreír.

Estudio, análisis, implementación de estrategia, metodología de entrenamiento, control de grupo, frialdad a la hora de tomar decisiones, evitar que los apegos personales condicionen las decisiones que finalmente buscan maximizar el rendimiento colectivo, carácter, claridad mental absoluta, implementar un concepto de juego, ser capaz de transmitir ideas a quienes han practicado la actividad toda su vida, inteligencia. Rapidez mental que permita leer las variantes que cada encuentro presenta, y como ante esto ajustar la estrategia moviendo o intercambiando elementos. Transmitir seguridad y confianza a los dirigidos, pero no haciendo que se relajen, lograr el equilibrio justo entre presión y responsabilidad, entre libertad para decidir y disciplina táctica.

Ambos grupos de características muestran diferencias claras, lo que los une es la experiencia del conocimiento del deporte, que es el factor que hace que el ex jugador este en una posición más calificada para posteriormente desempeñar labores de entrenador. Pero obviamente ser parte de aquellos que poseen en mayor volumen las primeras virtudes mencionadas, no quiere decir que su transición hacia la otra etapa será exitosa: muchas veces jugadores que demuestran ser inteligentes dentro de la cancha pueden lograr un buen desempeño como entrenadores, o aquellos que el rigor y la metodología caracterizaron su vida tanto dentro como fuera de la duela (Josep Guardiola, Américo Gallego, Pat Riley, Phil Jackson, etc.), pero hay algunos que han demostrado con creces tener todas las virtudes como jugadores (Diego Maradona, Jorge Aravena, por nombrar algunos), y que no poseen nada de lo que el segundo grupo de cualidades representa. En la otra vereda en tanto, existen muchos que durante su trayectoria activa fueron mediocres, y a pesar de esto han alcanzado reconocimiento mundial como estrategas de primer nivel ( Jeff Van Gundy, Marcelo Bielsa, Alex Ferguson, etc.).

En definitiva, existen pocos virtuosos que reúnen aquello que ambos grupos requieren. Las diferencias planteadas acerca de que es lo que se necesita para marcar diferencias entre aquellos que ejecutan; y por otro lado para estar dentro de aquellos que orientan dicho proceso, ayudan a comprender porqué el jugador más virtuoso no se va a convertir en un gran entrenador solo por haber tenido dicha condición en el pasado. Diego, un dios en el rectángulo, un desorientado fuera del mismo.

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